Exposición “Gimmick” de Geoffrey Badel

Mi trabajo articula un lenguaje híbrido en constante transformación. Sus raíces provienen de dos mundos paralelos que me animaron antes de ingresar a la escuela de arte: la cultura de los sordos y la magia. Desde muy temprano, estas convivencias me hicieron consciente del Otro y de una manera diferente de dar significado, preservando al mismo tiempo una cierta forma de pensamiento mágico; una forma de torcerle el cuello a la idea de una realidad común.

A través del dibujo, la instalación, el objeto, la performance y su promiscuidad, exploro mi fascinación por los mundos silenciosos y los fenómenos ocultos con la intención de hacerles justicia, desviando la mirada hacia otro lugar. Durante mi investigación dejo que cada situación encuentre su propia dimensión colaborativa, lo que me ha llevado a diversas disciplinas como el campo coreográfico, la lengua de signos, la parapsicología o la quiropterología.

En una relación de reconocimiento y reciprocidad, estudio modos de presencia normalmente percibidos como extraños y hostiles para dedicarles espacios de reparación: espectros, murciélagos, moho, casas encantadas, cuerpos excluidos de la sociedad, etc. Estas fuentes de influencia llegan a rondar un vocabulario íntimo, formal y conceptual que desarrollo a través de sensaciones y encuentros, considerando la creación como un proceso curativo y relacional. En estos intentos de suavizar las fronteras, un universo críptico entrelaza múltiples recuerdos colectivos y personales estableciendo así una mitopoética de la experiencia sensible.

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